domingo, 29 de septiembre de 2013

El Dia de Vallita




Aunque me comen las ganas de meterme en la mar, hoy, primer domingo de mis vacaciones margariteñas, la playa tendrá que esperar.  Es un día imposible de pasar de largo: es el día del cumpleaños de Nuestra Señora del Valle, Patrona del oriente venezolano, Patrona y residente de esta isla y amiga cercana de mi padre, quien era margariteño y ateo, pero tenía un lugar en su corazón para Vallita, la Virgen milagrosa que reparte bondades y favores y ante quien,  cualquier margariteño se quita el sombrero.
Es una fiesta en la que participa la isla entera, con todo el ceremonial al que es tan afecta la iglesia católica  y que reviste una seriedad tan impresionante, que vale la pena vivirla aunque sea una vez en la vida, por el motivo que sea. En mi caso, debo confesarlo, un motivo entre muchas curiosidades turísticas, me obliga. Poco antes de morir, papá me pidió dar un abrazo en su nombre a la Virgen del Valle y saldar con eso todas las cuentas pendientes, yo aun no he podido hacerlo aunque he visitado su santuario en varias oportunidades. He amanecido pensando que hoy es el día. Un día que empieza muy de madrugada con la salida de la imagen sagrada desde el santuario ubicado en el Valle del Espíritu Santo, al son de serenatas con música tradicional, hermosa hasta lo indecible y una primera misa, en la plaza del Santuario, que no reviste la ceremoniosa oficialidad de la misa central, pero si la emocional alabanza de un pueblo que cree y honra a su Señora. 
Hoy, todas las calles de Margarita han amanecido engalanadas, en la mayoría de los portales de las casas “de toda la vida” se han instalado altares cuya imagen central es Vallita ataviada con los colores de la mar, azul y blanco, y en todos los barrios tradicionales, en todas las plazas y sitios públicos y en todas las iglesias de la Isla, no hay más protagonismo que el muy merecido cumpleaños de La Virgen del Valle. Es, además, una celebración impecablemente organizada a la que accede todo el que quiera (y créanme, quiere todo el pueblo) siempre que observe el mayor orden y respeto. Brigadas de voluntarios organizan y vigilan los estacionamientos donde le obligan a dejar su auto, ordenan las filas que con enorme rapidez llenan las “busetas” que nos trasladan hasta la Explanada del Espíritu Santo y mantienen un orden y respeto sacramental que he visto muy pocas veces en mi vida. Pasadas las nueve de la mañana, el Obispo de Nueva Esparta da inicio a la celebración formal de la misa central, en la Explanada donde han llevado la Virgen en solemne procesión.  Es una ceremonia sobrecogedora, que se hace aun más emocionante gracias a la preciosa música tradicional de la isla, hoy vertida toda en su honor.
Una gentil voluntaria me lleva hasta lo más cerca que puedo llegar de la imagen, vestida con sus mejores galas y,  después de hacer las fotos que puedo, me encuentro con ella para cumplir la promesa hecha a mi padre en los últimos días de su vida. Es un momento de profunda emoción que agradezco enormemente. Entonces siento que Vallita también está pendiente de mi y responde a mis súplicas. No me hace falta más nada
 
 

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