Es ya mi cuarto día en la Isla y
estoy ansioso por irme a lo que, sin duda, es no solo mi playa preferida, sino
uno de los lugares que más me gusta en este vasto mundo que habitamos. Si pudiera, pondría una casita en la mayor
cercanía y me instalaría a ver pasar los días, desde este rincón que no solo es
inigualablemente bello, también posee una cosa energética que a mí, escéptico
entre los escépticos, me deja siempre muy removido. Estoy hablando de Punta
Arenas, una playa situada en Macanao, a
la que hay que ir, aunque uno vaya para Margarita por un solo día.
Queda como a una hora de camino, por
una carretera que han arreglado mucho últimamente y está perfecta, es un poco
solitaria y está rodeada de unos paisajes verdaderamente de ensueño: montañas
de colores, mar abierto y pequeños pueblecitos como para entender las cosas
simples de la vida; en un recodo de ese camino maravilloso: Punta Arenas, una
playa con algunos servicios (no es fácil conseguir una ducha de agua dulce, por
ejemplo) tres o cuatro chiringuitos bastante básicos (igual que en el resto, le
ofrecen toldo y un par de tumbonas por 150 Bs) y una espectacularidad difícil
de conseguir en otra playa del mundo.
Punta Arenas es la esquina del mundo.
Y eso, para entenderlo, hay que verlo, por más que yo intente contarlo de la
mejor manera que puedo. En algún momento
de su caminata por la orilla de la playa, usted llegará a una de las puntas de
Margarita y verá que, detenido en esa esquina, el mar Caribe viene desde la
derecha y desde la izquierda a formar un plato de belleza y quietud inigualable,
al que vale tanto ver como sentir. En esa esquina no hay nada más que arena,
conchas y mar. Usted pone el resto. Créame que pocas veces en la vida, se
siente una emoción igual. Esa cosa infinita que llamamos horizonte y se hace
inconmensurable en un instante de mar, está todo para el que quiera disfrutarlo
en ese lugar, pequeñito en su inmensidad, llamado Macanao, en la Isla de
Margarita.
Si el planeta necesita una esquina desde la cual empezar a recogerse todo, esa es una. Estoy seguro que en algún momento la vida me llevará a las otras tres.
Si el planeta necesita una esquina desde la cual empezar a recogerse todo, esa es una. Estoy seguro que en algún momento la vida me llevará a las otras tres.
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