martes, 2 de octubre de 2012

Sachsenhausen; una visita obligada por la memoria

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No fue un campo de exterminio; aun así, Sachsenhausen tiene, lamentablemente, toda la carga de un lugar en el que la raza humana perdió por completo su condición. Es un lugar reservado a las más grandes iniquidades y a los más horrendos crímenes de la humanidad. Es un lugar para conmemorar la muerte, y de muchos modos celebrar la vida. Pero, sobre todo, es un lugar que debería servir para recordar que en el mundo se siguen cometiendo atrocidades en contra de nuestra supervivencia y de algunas, todavía, no hablamos.
Construido en 1936 como campo de concentración modelo, Sachsenhausen, sustituyó el primer campo de concentración que se había construido en Prusia, el de Oranienburg, situado en una fábrica de cerveza en el centro de Berlín. Con el ascenso al poder de Heinrich Himmler como Reichsfureer de las SS (Jefe policial) el sistema de campos amplió sus objetivos y ese primer ensayo Berlinés, debió adecuarse a los nuevos tiempos: Así nació Sachsenhausen, uno de los pocos campos de concentración que aun mantiene en pie una buena parte de sus estructuras originales y puede visitarse como Museo o Memorial. Una visita indispensable, conmovedora y muy dura, a la que obliga la memoria histórica y nuestro compromiso ineludible de recordar que algún día la paz será posible y que está en nuestras manos.
Estuvimos unas seis horas allí, guiados por la extraordinaria gente de Vive Berlín y su magnífica guía, una chilena de nombre Pamela, que hizo todo lo posible por contarnos una historia espeluznante con emocionada objetividad e inteligente conocimiento. A partir de ahora, intentaré ir contando (en los próximos posts) los detalles de ese día transcurrido entre el horror de aquellas paredes que sirvieron para eliminar Judíos, Perseguidos Políticos, Negros, Homosexuales, Gitanos y Testigos de Jehová.

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