jueves, 6 de octubre de 2011

Un pueblo que despierta

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No tengo que hacer gran esfuerzo. Sigo en la onda “old towns” y eso, aquí, significa cruzar un pasadizo subterráneo y atravesar un parquecito: lo que sigue es el Old Town y allí es donde está mi hotel. Claro que a partir de ese convencimiento, las cosas empiezan a ponerse un poco difíciles. Este hotel no ha sido pródigo en direcciones y solo me ha dicho que está en el corazón de Old Town. Tengo, por suerte, el nombre de la calle y nada más.
Entro a Old Town y ya se que este es, el mejor modo de finalizar este viaje. Si algo parece que tiene Riga es la posibilidad de descansar, comer sabroso y pasarla bien, en el sentido más genérico del término. Además, la primera impresión es que los locales son simpáticos, (verdadero plus) y el ambiente parece fácil y llevadero.
Después de algunas vueltas, la ayuda de un amable policía y la intervención salvadora de una señora que me ha tomado por español y ella ama los españoles, descubro la puerta de mi hotel, donde me reciben con una decencia que entusiasma, guardan mi equipaje y me recomiendan volver a las 11 y 30, a esa hora tendrán lista mi habitación. He llegado a Riga, la capital de Latvia (o Letonia, como suene mejor).

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