sábado, 1 de diciembre de 2012

Andrés, Carne de Res

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Dicen que el mejor falafel del mundo se come en Paris en un cuchitril del Quartier Latin, que las mejores pizzas del mundo se preparan en New York en cualquier comedero del West Village, que no hay ceviche como el que venden las indias de Chosica en Perú, ni Mejillones más ricos que los de la Grand Place de Bruselas. Es posible que sea cierto y que a partir de ahí la lista se haga larga e interesante; lo que pasa es que ninguna de esas “razones” son la única para ir a esos sitios. En Bogotá, puede que haya una diferencia importante: Conozco gente que va a Bogotá, para ir a Andrés, Carne de res. Un rumbeadero mítico. Una señal de identidad Colombiana. El sitio que uno no puede perderse.
El original, el propio, queda en Chía, un pueblo en la sabana bogotana que, si el tráfico ayuda, está como a una hora del norte de Bogotá. Es restaurante, bebedero, bailadero y todo lo demás. Está puesto con un esmero rocambolesco y recargado, hace alarde de la mejor simpatía colombiana y, como si fuera poco, sirve una comida deliciosa, que puede ser regada con el aguardiente que hace famosos a los colombianos, y que sube de estrato - sin ninguna pena - como para que uno empiece a calentar motores.
Hay otro, un poco igual de divertido y de templo de la diversión. Está en plena zona rosa y se llama Andrés DC. Es lo mismo, pero con la gente más bonita y más entregada a la rumba que yo he visto en muchos años.
 
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