lunes, 17 de enero de 2011

Nuestra Señora de Regla












Hace algunos años, un grupo de cubanos, tan desinformados como desesperados, intentaron secuestrar una de estas vetustas embarcaciones y utilizarla para huir a Miami – destino soñado – con todo y los que se encontraban a bordo. Lógicamente, la aventura duró muy poco. La policía local abortó el intento de piratería en muy poco tiempo y quienes lo intentaron, conocieron un destino bastante menos halagüeño. ‘
Fue un acto de locura y una solemne tontería pensar que alguno de estos botecitos, suerte de chalanas de mala muerte, que unen la costa habanera con el pueblo cercano de Regla podía avanzar un poco más allá de ambos muelles. Hoy, este milagro imposible, que ni la propia Virgen de Regla podría haber resuelto, es parte de las muchas historias que te cuentan en La Habana. Sin embargo, el recorrido, previsto con las medidas de seguridad más sofisticadas, en las mismas chalanas que no avanzan más allá de donde deben, es una de las cosas imperdibles de la visita a la Capital de Cuba: un domingo con objetivo y además una oportunidad para saludar a Nuestra Señora y ver un pedazo de otra Cuba, descolorida y maltrecha, como no, pero encantadoramente digna; levantada al amparo de su atractivo principal: El Santuario a la Virgen de Regla, patrona del mar y puertos de La Habana y segunda en la línea de mando de las devociones del cubano.
La pequeña capilla, al frente del mar, comparte devociones con los santeros que entran, oran, hacen despojos en la plaza y lanzan al mar los “espíritus molestos”.
Nosotros también pagamos ofrenda, encendemos una vela y apartamos un momento para recibir la bendición de la Virgen. Salimos luego a recorrer las calles del pueblo, y descubrimos fascinados un lugar que es bello, porque no pretende ser nada diferente a lo que es y se mantiene erguido, como todo aquí, a pesar de los pesares. Si todo sigue así, este domingo leve, benigno, iluminado por el sol maravilloso de El Caribe, promete grandes sorpresas.

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