Es parte indispensable de lo que en buen venezolano se conoce como “ir a Margarita”. Nosotros vamos a Margarita por múltiples razones…y, por comprar. Quizás porque es el único lugar de Venezuela donde, rebajas, realmente significan un importante descuento
o quizás porque,
para empezar, el descuento principal tiene que ver con su carácter de Zona
Franca. En la Isla no se paga IVA, por lo tanto, el 12% de la factura que
tendrías que pagar en “tierra firme”,
no existe en Porlamar.
Sea ese el motivo o un simple resabio
de hiperconsumo que comunismos trasnochados no han conseguido acabar, comprar
en Margarita es parte de cualquier vacación que se precie. Nosotros
peregrinamos por sus tiendas por lo menos uno de los días que le robamos al
mar; desde Custo Barcelona a ZARA pasando por Carolina Herrera, Tommy Hilfiger y Scuttaro, las grandes firmas europeas,
norteamericanas y locales, todas, tienen un rincón en alguna esquina y aunque
voces agoreras hablan en contra, los visitantes bien pertrechados, y los que no
tanto, repiten una y otra vez el clic de compra realizada en todos sus puntos
de venta.
Abundan los bodegones, suerte de
gigantescos supermercados en los que famosos productos ibéricos comparten
espacios con carísimos vinos, delicias de la toscana y todo el “güisqui” de
este mundo (nuestra bebida nacional) y además, ahora en tiempos de la increíble
escasez socialista, el papel higiénico, los productos de aseo personal y
diversos tipos de aceite de canola, empiezan a ser objeto de culto en las
compras del visitante.
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