La Plaza y los alrededores del
Santuario de la Virgen del Valle, se han
convertido en un mercado improvisado, pero bastante formal, donde venden todo
tipo de souvenirs relacionados con la Santa Patrona y comida. Especialmente
panes y esos dulces tradicionales que los venezolanos conocemos bajo el nombre genérico de Granjería Criolla;
no sé si valga la pena meterse entre sus vericuetos a menos que uno disfrute el
arte del regateo y desee comprar alguna de las miles de cosas fabricadas con la
virgen como excusa. Vale la pena comprar
el Pan de San Juan Bautista, un pan dulce muy sabroso que se fabrica en una panadería
centenaria conocida por ese nombre, a la venta en el menudeo de esos puestos informales y unos ricos almidoncitos,
pero poco más.
Lo que si resulta un sitio ineludible
(a mi juicio el mejor desayunadero de la Isla) es el mercado de comida que
funciona justo al frente y, dentro de
él, el puesto de arepas de María, (es el primero entrando a mano izquierda, fácilmente
reconocible por la cantidad de afiches de Henrique Capriles que lo decoran) y
el puesto de jugos naturales que está casi al final del pasillo del frente,
medio encerrado entre dos grandes ventas de empanadas. Ambos lugares son buenísimos.
No espere lujos ni mucha comodidad y recuerde que se trata de un comedero de pueblo, por lo tanto, lo máximo que puede aspirar encontrar es limpieza, utensilios básicos y si tiene suerte, una silla de plástico donde sentarse a comer con las manos. Precios solidarios y simpatía oriental, hacen el resto. Le juro, usted no ha comido arepas ni empanadas de cazón si no ha ido a desayunar a ese lugar (o a Conejeros, pero eso es otro cuento)
No espere lujos ni mucha comodidad y recuerde que se trata de un comedero de pueblo, por lo tanto, lo máximo que puede aspirar encontrar es limpieza, utensilios básicos y si tiene suerte, una silla de plástico donde sentarse a comer con las manos. Precios solidarios y simpatía oriental, hacen el resto. Le juro, usted no ha comido arepas ni empanadas de cazón si no ha ido a desayunar a ese lugar (o a Conejeros, pero eso es otro cuento)
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