sábado, 19 de octubre de 2013

Los "Moles"




Establecido el porqué y el concepto fundamental de “comprar en Margarita”,  es menester que entendamos también a donde ir para satisfacer esa urgencia: Como en toda ciudad que va de moderna por la vida, la Isla tiene su buena colección de centros comerciales, (que todo el mundo, por deformación anglosajona medio tonta, llama “mol” y/o “moles” en plural) y que han transformado  una de las cosas divertidas de la isla: las calles comerciales, a saber, la avenida 4 de mayo y la Avenida Santiago Mariño. Yo tengo mis reservas, por supuesto, y aconsejo a quien quiera atreverse, a dar una vuelta por las pocas tiendas que quedan en estas avenidas tan famosas, pues se consiguen verdaderas gangas. En la 4 de mayo, por ejemplo, hay una súper tienda de guayaberas que  es una maravilla; pero, lo “estéticamente correcto” es pasar el día recorriendo moles.
Rattan es el pionero y por lo tanto aun tiene un poco del encanto de quien comenzó con el lio y se resiste a abandonarlo. Tiene la mejor tienda Fruit of the Loom de la Isla (si ya sé que Fruit of the Loom es tan Wal-Mart como Wal-Mart, pero que se le va a hacer, está en la Isla y es “americano”) y una tienda de trajes de baño, en la planta baja, que es buenísima, además de lo que quizás sea el mejor hipermercado-bodegon-hiperfarmacia de Porlamar.  Saliendo por el estacionamiento hacia la izquierda, está Parque Costa Azul, súper nuevo, gigantesco y muy bonito centro de compras donde hay de todo. Yo creo que ir a Costa Azul y gastarse todo lo que uno tenía presupuestado para hacer compras no es un disparate. Aquí están las grandes marcas de alta costura y algunas tiendas muy curiosas.  Es enorme, prepárese para caminar muchísimo.
También está (como no) el famoso Sambil Margarita, bastante venido a menos para los que saben de eso. Yo no fui esta vez, aunque alguien me comentó que los precios allí son mejores que en un mercado libre. Para concluir, el Centro Comercial “sifrinisimo” de la Isla: La Vela, un lugar muy grato, con una escala muy humana, una heladería de muerte lenta y las mejores (y más caras) tiendas de la ciudad. Es una visita que hay que hacer, si uno anda en onda de consumismo exacerbado, o si quiere cambiar la arena y la mar salada por un poco de concreto climatizado.


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