01/01/2011
Una de las tantas historias dice que, al principio de la revolución, en cada discurso, Fidel interrumpía su perorata para preguntarle a Camilo Cienfuegos, como iba la cosa. Este, al calor de la arenga, contestaba indefectiblemente: Vas bien Fidel, vas bien…y el pueblo, que los amaba, estallaba en gritos de júbilo que repetían lo que parece ser la gran fase de Camilo, hoy estampada en la fachada del edificio del Ministerio de Comunicaciones, junto a un inmenso relieve de la cara de Camilo; a un costado de otro, igualmente gigantesco, con la silueta del Che Guevara. Son dos de los símbolos que se exhiben en el sitio más importante de La Habana, que para mi, por simple asunto estético es también uno de los más decepcionantes: La Plaza de La Revolución; lugar en el que se han celebrado cientos, si no miles, de concentraciones en apoyo a “los compañeros” y frente al cual, además de los Ministerios de Comunicaciones y del Interior (Camilo en uno, El Che en el otro) está el edificio del Comité Central del Partido y “el cuarto piso” nombre con que se conocen las dependencias desde donde los Castro, dirigen los destinos de La Isla.
A la plaza se llega por una amplia y moderna avenida, bordeada de exuberante vegetación, llamada Avenida El Paseo y, desde cualquier ángulo, puede verse además de los tres edificios emblemáticos, un monolito de 139 metros de altura (monumento a La Revolución) que en la jerga popular se conoce como La Raspadura, en homenaje a un popular dulce cubano, hecho a base de azúcar morena cuya forma es la misma del obelisco. A su lado, en actitud resignada y pensativa, una estatua de mármol blanco representa a José Martí, el padre de la patria.
Eso es todo, abundan los espacios vacíos y se hecha de menos algo de jardín. Visto por segunda vez, no puedo dejar de pensar que el Obelisco, es una muestra inequívoca de la más pura arquitectura fascista europea. Lo comento y me entero que cuando llegaron los barbudos, ya estaba allí. Ellos lo adoptaron por puro desconocimiento de símbolos y significados.
De regreso al auto, las conversaciones regresan al tema político y la fresca brisa del primer día de 2011, nos regala todo el relax que ansiamos. Es hora de descansar un rato.
A la plaza se llega por una amplia y moderna avenida, bordeada de exuberante vegetación, llamada Avenida El Paseo y, desde cualquier ángulo, puede verse además de los tres edificios emblemáticos, un monolito de 139 metros de altura (monumento a La Revolución) que en la jerga popular se conoce como La Raspadura, en homenaje a un popular dulce cubano, hecho a base de azúcar morena cuya forma es la misma del obelisco. A su lado, en actitud resignada y pensativa, una estatua de mármol blanco representa a José Martí, el padre de la patria.
Eso es todo, abundan los espacios vacíos y se hecha de menos algo de jardín. Visto por segunda vez, no puedo dejar de pensar que el Obelisco, es una muestra inequívoca de la más pura arquitectura fascista europea. Lo comento y me entero que cuando llegaron los barbudos, ya estaba allí. Ellos lo adoptaron por puro desconocimiento de símbolos y significados.
De regreso al auto, las conversaciones regresan al tema político y la fresca brisa del primer día de 2011, nos regala todo el relax que ansiamos. Es hora de descansar un rato.
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