Golda Meir en una oportunidad en que se vio frente a la dificultad de encontrarse con sus paisanos en tierras extrañas, mando a sus asistentes a recorrer mercados e iglesias: “son los únicos sitios a los que la gente de verdad no puede dejar de ir”. Tenía razón, cierta convocatoria urgente para el pueblo de Israel se distribuyó sin mayores contratiempos a las puertas de iglesias y mercados públicos.
Han sido sitios de reunión desde que el mundo es mundo; tal vez por eso, no hace falta la preclara inteligencia de la Sra. Meir, para saber que, si de conocer el corazón de un pueblo se trata, no hay mejor sitio para empezar que el mercado. En Riga entonces, esa verdad es indudable. El Mercado Central, ubicado en antiguos hangares de guerra, a la salida de Old Town, es el sitio desde donde la vida de los Letones empieza a tomar forma. Rodeado de terminal de autobuses, estación de trenes y centro comercial de ofertas, el Mercado de Riga es uno de los sitios más divertidos de la ciudad.
En verdad, casi está tapado por vendedores ambulantes de cualquier cosa (no faltan los eternos recuerditos de viaje, que no son tan buenos como los del mercado artesanal del centro, ni difieren mucho en precio) de modo que es necesario recorrerlo con tiempo y ojo avizor. Es posible conseguir verdaderas gangas entre los numerosos puestos de venta. Adentro, el colorido y buena pinta de los alimentos, alborotan las ganas de “hacer mercado”. Además, es de muchas maneras un canto a la vida, hace no muchos años, estos espacios, ocupados hoy por hortalizas, verduras, carnes y marchantes de la buena vida, estuvieron habitados por equipos de guerra, esbirros y sus espectros.
viernes, 7 de octubre de 2011
Central Market
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