He salido a caminar después de desayunar, con la intención de acercarme al mercadito artesanal del centro de Old Town, para comprar algunos regalitos. Esta gente hace maravillas en lino y quiero algo. El mercado, por cierto, es una maravilla y los precios son de lo más solidarios. Ya revisé otras opciones y no hay mejor sitio para recuerdos de viaje. Sigo.
Esta sí que es la sorpresa del día. Una muy buena además: Atraído por una música a mucho volumen, me meto por unas calles medio periféricas del centro y me encuentro con LA FIESTA, una especie de verbena de colegio que a plenas doce de mediodía de este sábado esplendido está a reventar de gente (por lo que creo son letones en su mayoría) y ofrece un rato buenísimo de diversión, La Feria de la Cerveza.
Hay, por supuesto, muchos puestos de cerveza de todo tipo que venden acompañada de un plato de pancitos negros (como integrales) impregnados en una fuerte salsa de ajo. Son el acompañante ideal de la cerveza. Me arriesgo y pruebo uno, es muy sabroso. Después de tomarme una cerveza rubia bien rica, me destapo a la glotonería: una papa cortada en espiral y frita (delicioso) unos dulcitos de frutas muy buenos y después de la segunda cerveza, un completo almuerzo con brochetas de pollo, sauerkraut y papas fritas.
Mientras almuerzo, me divierto como enano mirando competencias de pulso entre mujeres, y me dedico a conversar divertidísimo, con una pareja de nativos que se ha sentado en mi mesa. No voy a moverme de aquí en un rato, estoy pasándola retebien…
martes, 11 de octubre de 2011
Una fiesta inesperada
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