jueves, 6 de octubre de 2011

Turismo al amanecer

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Ni siquiera son las 7 de la mañana. Posiblemente sea el único extranjero que, cámara en mano, no tiene mas alternativa que recorrer las calles de un pueblo que no conoce en búsqueda de una casa de cambios (en Latvia, la moneda es el LAT y a los Euros los miran feo) y un sitio para desayunar. Ambas cosas, que parecen urgentes, necesitan esperar un poco. Nada abre – en ningún lugar del mundo – a estas horas de la mañana.
Por suerte llevo en mi morral algunas galletas y con eso aguanto hasta conseguir LATS y desayuno. Me voy a caminar por el pueblo, intento un primer recorrido de acercamiento mientras, lentamente, la ciudad se despereza. En la calle, algunas personas barren los portales, abren las ventanas, comienzan a armar el restaurante, se detienen en la esquina fumar un cigarrillo o sacan de la tienda de la esquina el primer café de la mañana. Sonríen y miran al forastero con la costumbre de quien tiene años en eso. Algo alrededor me gusta. Me hace sentir bienvenido.
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