miércoles, 19 de septiembre de 2012

El Palacio Real de Ámsterdam

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Está ahí, al frente de Dam Square, a mí me pareció un poco como medio abandonadito (aunque solo son ideas mías) y es de todas formas tan impactante y grandote como cualquier Palacio que se precie o todavía más.
Lo que pasa es que el tiempo quiso que a sus constructores les saliera el roto por el descosido y hoy lo paga la ciudad. Se empezó a construir en 1648 y su construcción duró hasta 1665, pues había que dotar a la ciudad con una sede para su ayuntamiento que estuviera a la mano con su importante desarrollo comercial. No se construyó para alojar reyes o cortes, aunque terminó en eso. De estilo bastante austero por fuera, el edifico se asienta sobre 13 659 pilotes de madera, y no tiene una sola gran puerta de entrada, sino que  se ingresa a través de siete sencillos arcos al nivel de la acera, sin escalera, para reforzar la idea de que el ayuntamiento era accesible a todos. Está recubierto de una piedra amarilla muy particular, de procedencia alemana, considerada en su momento como el material más noble que podía encontrarse. La nobleza de ese material ha durado poco: con el paso de los siglos la piedra se ha oscurecido hasta el punto que es imposible devolverle su color original y el palacio parece manchado, para mortificación de la Corona Neerlandesa que quisiera tener una sede de prestancia en Ámsterdam.
La tiene de todos modos, obviando pequeños problemas de apariencia. El Palacio Real sirvió de residencia a algunos emperadores y reyes, el ultimo,  Guillermo de Orange,  y en la actualidad aloja ceremonias de la corte, eventos muy especiales, visitas de estado y recepciones de la Reina.

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