martes, 15 de septiembre de 2009

Cambio de ritmo





Hemos tenido un día lento, demasiado apacible, sin muchas cosas que hacer, paseando en calma por las calles que ya conocemos y dejando pasar las horas, siempre en la rica compañía de nuestros anfitriones; a veces jugueteando con Uma, la nieta que nos tiene embobados a todos y en franco estado de relajado asueto. La verdad es que me parece magnífico que haya bajado un poco el frenesí, estamos aquí descansando y visitando amigos, eso realmente cambia las prioridades. Ahora importa más la conversación, siempre afiladamente divertida en el caso de Alejandro, y el rato que compartimos sentados en cualquier sitio.
Sin darnos mucha cuenta, las horas del primer día empiezan a agotarse a las puertas de una heladería muy buena, por cierto, donde comemos dulces y helados. Yanis, el joven y amable encargado del negocio, nos atiende con toda amabilidad, conversa con nosotros, nos ayuda en la selección de lo que comemos, arrima sillas, en fin, hace que este rato sea verdaderamente simpático. Nos hemos puesto al día con cuanto chisme quedó pendiente en Mérida, bajamos a pie hasta la posada y nos vamos a dormir…mañana llegan los tíos.

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