El Bósforo, ese brazo de mar gigantesco que atraviesa la ciudad, se ve desde cualquier lugar. Para los turcos es referencia obligada y junto al Mar Marmara contribuye al establecimiento claro de coordenadas. En algún momento, todo visitante que se precie TIENE que recorrer el Bósforo y para ello cuenta con todo tipo de ofertas. Desde cruceros privados de gran lujo que pueden costar varios miles de Euros, hasta ferrys públicos de 1.50 liras turcas por pasajero (algo así como real y medio, con tazita de te incluida) Por supuesto, esa fue la selección nuestra. Tomamos un primer ferry hasta la parada de Eminou y de allí otro más hasta Oskudar, que es ya el lado asiático de la ciudad. Bajamos en un pueblo que Rayi ha odiado y cuyo principal atractivo está tapado porque están construyendo un metro submarino. La verdad es que se trata de un pueblecito de calles pobres y anodinas que no tiene nada que ofrecer. Regresamos al embarcadero, dispuestisimos a recorrer realmente los secretos del Bósforo. En la sala de espera me tomo mi primera Cola Turca, que sabe igualito a la Pepsi Cola nuestra, por cierto.
domingo, 6 de septiembre de 2009
Dos continentes, una ciudad
El Bósforo, ese brazo de mar gigantesco que atraviesa la ciudad, se ve desde cualquier lugar. Para los turcos es referencia obligada y junto al Mar Marmara contribuye al establecimiento claro de coordenadas. En algún momento, todo visitante que se precie TIENE que recorrer el Bósforo y para ello cuenta con todo tipo de ofertas. Desde cruceros privados de gran lujo que pueden costar varios miles de Euros, hasta ferrys públicos de 1.50 liras turcas por pasajero (algo así como real y medio, con tazita de te incluida) Por supuesto, esa fue la selección nuestra. Tomamos un primer ferry hasta la parada de Eminou y de allí otro más hasta Oskudar, que es ya el lado asiático de la ciudad. Bajamos en un pueblo que Rayi ha odiado y cuyo principal atractivo está tapado porque están construyendo un metro submarino. La verdad es que se trata de un pueblecito de calles pobres y anodinas que no tiene nada que ofrecer. Regresamos al embarcadero, dispuestisimos a recorrer realmente los secretos del Bósforo. En la sala de espera me tomo mi primera Cola Turca, que sabe igualito a la Pepsi Cola nuestra, por cierto.
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