El panorama y el estilo del viaje acaban de cambiar completamente. Ya no habrá largas caminatas, ni consultas apresuradas a guías, ni decisiones importantes. A partir de hoy ponemos nuestras vacaciones en manos de la amabilísima tripulación de un inmenso trasatlántico español que se ocupará de nosotros.
Por supuesto, mis primeras reacciones van del estupor a la aprehensión y de allí a la ansiedad. No tengo idea de si me gustará, en este momento de mi vida, emprender este viaje de esta forma, pero voy a probarlo. A veces hay sorpresas…
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