
En este momento, nada de eso tiene otro sentido que el que se concretará dentro de unas pocas horas. Estamos en el aeropuerto de Maiquetía y ya no hay posibilidad alguna de retroceder, además, ¿Quién lo querría hacer? En un par de horas a lo sumo, estaremos abordando el vuelo de Air France con destino a París y de ahí otro vuelo que nos llevará a nuestro sueño: Estambul, Turquía.
Todo está en orden. Yo he olvidado que tengo que pagar un impuesto para salir de Venezuela y doy algunas carreras buscando un cajero para retirar los bolívares que debo abonar en una taquilla del Seniat. Ningún contratiempo nos borra la sonrisa. Finalmente, después de fumar lo que será el último cigarrillo en muchas horas, entramos a cumplir con las formalidades del caso. En el andén, un enorme 737 nos espera. Las salas de espera abarrotadas de gente, reciben la pugna entre mi ansiedad y yo, tratando de tener una calma imposible; mi fobia a los aeropuertos es más fuerte que yo. Me encierro en el salón de espera y me concentro en que todo saldrá bien.
Han llamado al vuelo. Ha llegado el momento en que todo esto adquiere verdad. Desde su discreción, Rayita comprende mis miedos y mis fobias. Estamos juntos en esto, como en tantas miles de otras cosas. Por ahora, nos vamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario