El recinto está cubierto de azulejos turcos realmente hermosos y es un espacio sagrado dedicado a la oración. Me impacta muchísimo ver a una veintena de mujeres de todas las edades sentadas en la alfombra orando en silencio; entonces nos acercamos a la tumba: Un bellísimo monumento funerario de plata pulida, completamente encerrado y cubierto por cristales de seguridad (cosas propias de estos tiempos convulsos)
Al costado, en un estrecho pasillo algunas mujeres rezan emocionadas mirando a través de pequeñas ventanas hacia un pequeñísimo cementerio encerrado entre dos patios dentro del recinto sagrado.
Salimos poco después, completamente sobrecogidos por el significado vivo de lo que hemos visto. Nos sentimos intrusos en un mundo de devociones muy profundas y comprendemos que EYUP no es un destino turístico. Quizás los únicos visitantes extranjeros de esa hora seamos nosotros. Emocionados y en silencio atravesamos el patio central y entramos a la mezquita.
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