Son, para comenzar por alguna parte, ejemplos insuperables de afán de supervivencia y de vida comunitaria. Derinkuyu, por ejemplo, tiene 85 mts de profundidad y 8 niveles habitables, aunque solo se pueden ver 5 de ellos a una profundidad de 35 mts. En ellos hay dos cocinas, una intrincada red de pasadizos, algunas habitaciones comunitarias, una iglesia, una escuela de grandes dimensiones, las habitaciones de los estudiantes y un establo que cumplía la doble función de vivienda para animales y protección contra el duro frío del invierno. Todo ventilado gracias a un sofisticado pozo que cumple funciones de respiradero. En dos espacios cercanos a la cocina encontramos las vinaterías, estructuras perfectamente diseñadas para elaborar el vino que los habitantes consumían como agua.
Las ciudades subterráneas de Capadoccia fueron tapiadas en los siglos X y XI y permanecieron ocultas hasta 1960 – 1965 cuando, después del descubrimiento de túneles, se destaparon y abrieron al público.
La visita a Derinkuyu nos ha impactado de tal forma que salimos a la superficie con el ánimo liviano y emocionado de los grandes descubrimientos. Rayi ha robado fotos a diestra y siniestra, aprovechando momentos en que nos quedamos solos y podemos librarnos de los saltos y gritos anormales de uno de nuestros compañeros hindúes, a punto de volvernos locos. Es el precio extra de andar en cambote!
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