Es una de las grandes sorpresas del viaje y una de las maravillas del mundo moderno; pero antes de empezar a ensalzarlo, permítaseme decir que no se ve nada, no se siente nada y podría cruzarse dormido y uno no darse cuenta de lo que pasó. Para el viajero es una capsula, una especie de contenedor en el que encierran al autobús (sin bajar a ningún pasajero) para pasarlo al otro lado, es decir a suelo británico, después de haber cruzado el Canal de La Mancha bajo el mar, pero no de forma submarina; es decir, lo que se atraviesa no es el mar, es la tierra que está debajo del mar. Qué tal?
Todo va climatizado y es una operación muy bien pensada y estructurada que no ocasiona ningún problema a menos que uno sea claustrofóbico. Es el famoso Eurotunel, un túnel de 50 kilómetros de longitud que une el extremo continental de Francia con Gran Bretaña o dicho de otro modo, que une Gran Bretaña con tierra firme en el continente europeo. Funciona desde 1994 y tomó 6 años para terminar de construirse, algunos días con el empleo de 17 mil hombres por jornada. La construcción fue dirigida por sistemas computarizados laser y estuvo plagada de problemas que afortunadamente no impidieron su terminación.
Tal vez se note mucho más si el paso se hace en Eurostar, el tren estrella (el más seguro del mundo) diseñado especialmente para operar en el Eurotunel; pero, ya lo dije, yo iba en un modesto autobús de Eurolines y todo lo que vi, fue la capsula en la que metieron el autobús.
Unos minutos antes, en el cruce de ambas fronteras me han sometido a un amable interrogatorio del que salgo bien librado, a juzgar por el sello en mi pasaporte. La travesía dura unos 40 minutos y marca la entrada a territorio Britanico. La verdad es que siento que vamos muy bien.
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