viernes, 9 de septiembre de 2011

Mucha gente en Versalles hoy, Madame


"Hay mucha gente en Versalles hoy, Madame" , Esa imprudente ironía sirvió como hola y adiós entre dos mujeres que fueron símbolo de poder en su época, Madame La Condesa Du Barry y María Antonieta, Delfina de Francia. Sucedió, muy a pesar de la Delfina, un 1 de enero, cuando enfrentadas después de numerosos intentos, la Delfina se vio obligada a dirigirle la palabra a la que todos conocían como la Puta de Versalles, amante de Luis XV y de orígenes pobres e ilegítimos. Se consideró un triunfo de la Du Barry que María Antonieta nunca pudo perdonarse, dada su estricta formación moral, y sólo sirvió para aumentar la distancia entre ambas y crear dos cortes paralelas. La que integraban los seguidores de La Du Barry, todos interesados en los favores del anciano rey a quien la Du Barry gobernaba, y los que seguían a La Austriaca, la joven mujer que había deposado al heredero, para reinar, con más penas que glorias, sobre la corte de Versalles.
Un ostentoso palacio que se encuentra en las afueras de París y que, superados los dolorosos escollos de la Revolución, recupera poco a poco su esplendor, para mostrarse tal como fue en una época en la que no parecía haber reparos. Es un exceso en todo. Sus exageradas dimensiones, el lujo de las pocas estancias abiertas al turismo y sus jardines increíbles.
Si, es cierto, me pareció una ostentación tal vez exagerada, que podría explicar varios descabezamientos; pero, sirve. Sirve como símbolo, sirve como simple placer estético y sirve como diario recordatorio de lo que un pueblo hambriento e indignado es capaz de hacer, incluso en las estancias sagradas de aquellos sobre quienes no se posa el sol.

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