Desde Picadilly, tomo la muy concurrida Regent Street, una calle estrictamente comercial, es decir, una calle llena de tiendas de todo tipo, marcas famosas, tiendas por departamentos (el famoso Harrod´s no está allí, sin embargo) y boutiques que exhiben artículos (muy caros) de última moda y gran lujo, en perfecta vecindad con algunas tiendas, cuyos precios se podrían ajustar a un presupuesto como el mío, si yo anduviera en plan de comprarme algo.
Aprovecho que me estoy acercando a mediodía, para buscar un sitio donde comer por este vecindario, tarea que no es difícil, pues en todo Londres hay unos simpáticos lugares de comida lista para llevar, que se llaman Pret A Manger, donde por unas seis o siete libras puede uno hacerse de un almuerzo muy decente, que costará menos si se lleva para comer en cualquier otro lugar. Allí me siento, (pago casi dos libras por ese privilegio) y me dispongo a almorzar. Un par de Ingleses sentados en una mesa contigua, me ven leyendo una guía en español y me sacan conversación creyendo que soy español. Les corrijo el error anunciando mi nacionalidad Venezolana y el par de ingleses de buena vida, empiezan a decirme cosas muy chéveres del presidente de mi país, a quien ellos conocen por la prensa (alguien debe ocuparse de darle buena prensa) y dicen que “les encanta”; eso bastó para romper el propósito de portarme bien y mantenerme alejado del tema gobierno y les doy mi lección de por qué no encantarse con ese señor.
Al final, creo que ellos quedaron convencidos que en Venezuela, la gente se está volviendo loca!
martes, 13 de septiembre de 2011
Almuerzo en Regent Street
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