Tengo la sensación de no estar siguiendo un patrón muy ordenado, lo cual, además es casi una marca de fábrica; si viajo sólo, es muy poco probable que elabore itinerarios cuidadosos. Sencillamente me largo a caminar y en el camino, voy disfrutando lo que vaya encontrando.
Eso he hecho hoy, y de pronto me doy cuenta que llego a Trafalgar Square, uno de los centros del turista. Aquí bien podríamos decir que todo pasa y todo vale, y que por un rato muy ameno, el show de talentos esperando su cuarto de hora, pasa por todo el espectro. Un imitador de la Reina vestido para la ocasión saluda, un mago de pueblo, un correcto gaitero, la infaltable estatua humana, un excelente cantante y mucha gente que pasa de un lado a otro o sencillamente se echa en alguna escalera a ver y gozar el paso de las horas. Empiezo a sentir, sin querer evitarlo, que Londres es una fantástica ciudad a la que seguramente no termina uno nunca de descubrir.
domingo, 11 de septiembre de 2011
Trafalgar Square
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