Una cuadra más abajo y en perfecta armonía vamos a encontrarnos con LA CONCERGERIE, hoy convertido en Palacio de Justicia. Aquí hay dos sitios para visitar: La Santa Capilla, una pequeña iglesia que data de 1248, cuando Luis IX El Santo, la ordenó para resguardar la Corona de Espinas que había comprado en Venecia. Es una iglesia de dos pisos profusamente colorida que posee los vitrales más hermosos que uno haya visto jamás.
El otro lugar es LA CONCERGERIE, un edificio que desde el siglo XVI sirvió de prisión de estado y que durante la Revolución Francesa mantuvo recluidos a millares de ciudadanos condenados a muerte. Aquí, entre otras personalidades ilustres del reino pasó sus últimas horas María Antonieta, La Austriaca, antes de ser conducida a la guillotina. La Concergerie por dentro, puede ser un poco decepcionante; lo que eran celdas están recreadas con maniquíes y muebles de aproximado realismo, para que el visitante se haga una idea de de cómo fue de sangrienta la cosa en los días de La Revolución; eso, a mí siempre me parece un poco escenográficamente cursi.
De todos modos, para el que conoce la historia, el lugar más importante es la celda de María Antonieta, probablemente porque uno no se cansa jamás de disfrutar el morbo de esa vida desdichada y frívola que terminó en la guillotina.
El otro lugar es LA CONCERGERIE, un edificio que desde el siglo XVI sirvió de prisión de estado y que durante la Revolución Francesa mantuvo recluidos a millares de ciudadanos condenados a muerte. Aquí, entre otras personalidades ilustres del reino pasó sus últimas horas María Antonieta, La Austriaca, antes de ser conducida a la guillotina. La Concergerie por dentro, puede ser un poco decepcionante; lo que eran celdas están recreadas con maniquíes y muebles de aproximado realismo, para que el visitante se haga una idea de de cómo fue de sangrienta la cosa en los días de La Revolución; eso, a mí siempre me parece un poco escenográficamente cursi.
De todos modos, para el que conoce la historia, el lugar más importante es la celda de María Antonieta, probablemente porque uno no se cansa jamás de disfrutar el morbo de esa vida desdichada y frívola que terminó en la guillotina.
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