Está bien, se llega a Palacio, se entra y se recorre casi con vergüenza ante la opulencia sin límites y uno cree que ya, que las hermosas fuentes de la entrada y la cascada maravillosa que enmarca ambos lados de la escalera principal, lo es todo. Error: en Peterhof, hay 173 fuentes ornamentales y lo mejor que uno puede hacer es tratar de ver la mayor cantidad de ellas. No hay otra razón para estar en ese inmenso parque si no es para eso.
Empezando por la Gran Cascada: esa que recibe a los visitantes en su camino al Gran Palacio, formada por mas de 60 fuentes y 200 estatuas doradas en juegos de agua perfectamente armónicos, todo lo que sigue es una fuente tras otra, todas con su propio jardín, todas con su propio motivo y muchas con su propio palacio o cabaña, puestas en una extensión de terreno de miles de metros. Es una larga caminata, es verdad, pero vale muchísimo el esfuerzo; algunas de esas fuentes, como La Pirámide, Las Cascadas Doradas y las Fuentes Romanas son de una belleza sin igual.
Una de las cosas más interesantes que se descubre en este maremágnum de fuentes y jardines con vida propia, es que NINGUNA de esas fuentes está funcionando por sistemas de bombeo. Todos los chorros, los arcos de agua y las lagunas artificiales que le confieren tranquilidad y hermosura al conjunto, funcionan gracias a la presión creada por elevación natural y, toda el agua, proviene de manantiales situados justo detrás del Jardín Superior. Otro detalle más: ese sistema de construcción y funcionamiento de las fuentes fue ideado por el propio Pedro el Grande, en plena mitad del siglo XVIII.
Empezando por la Gran Cascada: esa que recibe a los visitantes en su camino al Gran Palacio, formada por mas de 60 fuentes y 200 estatuas doradas en juegos de agua perfectamente armónicos, todo lo que sigue es una fuente tras otra, todas con su propio jardín, todas con su propio motivo y muchas con su propio palacio o cabaña, puestas en una extensión de terreno de miles de metros. Es una larga caminata, es verdad, pero vale muchísimo el esfuerzo; algunas de esas fuentes, como La Pirámide, Las Cascadas Doradas y las Fuentes Romanas son de una belleza sin igual.
Una de las cosas más interesantes que se descubre en este maremágnum de fuentes y jardines con vida propia, es que NINGUNA de esas fuentes está funcionando por sistemas de bombeo. Todos los chorros, los arcos de agua y las lagunas artificiales que le confieren tranquilidad y hermosura al conjunto, funcionan gracias a la presión creada por elevación natural y, toda el agua, proviene de manantiales situados justo detrás del Jardín Superior. Otro detalle más: ese sistema de construcción y funcionamiento de las fuentes fue ideado por el propio Pedro el Grande, en plena mitad del siglo XVIII.
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