Es bastante probable que Tallin, a mediados del siglo XVI, haya sido la ciudad mejor guarnecida de Europa del Norte. La ciudad baja de Tallin estaba amurallada ya desde el siglo XIII; pero, alrededor de 1310, se empezó a fortificar un territorio más amplio, construyéndose una muralla de piedra que se ampliaba a medida que la ciudad crecía; fue a mediados del siglo XVI que las murallas adquirieron su aspecto definitivo: tenían 2, 35 kilómetros de longitud y 35 torres defensivas, de las que 8 eran las puertas de la ciudad.
Pudo haber sido suficiente defensa, si las armas de fuego no hubieran evolucionado al mismo ritmo que las ciudades, por lo tanto, a finales del siglo XVI fue necesario agregar a esas murallas, terraplenes y fosos defensivos, que fueron nivelados en los siglos XVIII y XIX.
De esos 2, 35 kilómetros de muralla, han logrado rescatarse 1, 85 kilómetros, con una altura actual entre 13 y 16 metros y con 2 o 3 metros de grosor. Esas murallas están por ahí, en toda la ciudad vieja formando parte habitual del entorno. Es imposible evitar pensar en lo que dirían, si estas paredes fueran capaces de hablar.
jueves, 15 de septiembre de 2011
La ciudad amurallada
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