sábado, 10 de septiembre de 2011

Au Revoir, Paris

Es la una de la madrugada, con apenas segundos logré montarme en el último tren de la noche. Mañana, muy temprano, saldré de París con destino a Londres. Se impone terminar de arreglar mis cosas, preparar el equipaje y dormir un poco. Por esta vez, ha terminado París. Ha terminado como yo quería que terminara, sin fotos, sin destino turístico, en la acompañada soledad de mis emociones y tan en grande como mi presupuesto recatado lo permite. He ido a cenar temprano, me he metido en un barcete de barrio, me he tomado un par de tragos y me he caminado en fascinación, las calles de Le Marais hasta que pude estirar la salida del metro. Habría podido amanecer en esto.
Por esta vez, se acaba París. Fue bueno y es que así sea. Estoy seguro que mil recodos de belleza se han quedado para una segunda vez, que muchos secretos no me han sido develados, que muchas sorpresas me esperan a la vuelta de un nuevo atrevimiento. Mi primer viaje a París, esa cosa impostergable que me quitaba el sueño, se ha cumplido cuando el último clochard en irse a esconder, ha salido corriendo de la estación Cambrone y me ha dado paso.
Lentamente recorro las calles del barrio que acunó mis descubrimientos, sólo y casi fantasmal a esta hora de la noche. Tras algunas puertas, algunas luces, las voces que narran el día en una lengua que no entiendo. Detrás de todo, yo y mi vida. Yo y mi tiempos, Yo y la emoción que se desborda por lo bailao. Sentado en una esquina de la Rue de Commerc e, apuro un cigarrillo más y al terminarlo, empiezo a caminar hasta mi Rue Cambrone. Este paisaje será mío para siempre.


Au Revoir, Paris.


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revoir5


revoir4


revoir3


revoir2

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