Aterrizamos en Tallinn, (en Estonio se escribe con dos N al final) sin inconveniente alguno a las 3:40 de la tarde, hora local. Dijeron que 20 minutos antes del tiempo acordado. Siguiendo las precisas instrucciones de mi hotel, salgo en búsqueda del autobús que me llevará al centro de la ciudad y de ahí, caminando hasta mi posada.
En el camino, que dura como unos 15 minutos me parece que he llegado a cualquier lugar, que nada de lo que veo luce distinto a otra ciudad relativamente joven y moderna de las que pueblan el mundo. Nada es especialmente bonito, pero nada es especialmente feo.
Mi compañero de asiento, amablemente, me señala la parada que corresponde a Old Town, el centro de la vida de los habitantes de Tallin y el encierro de los turistas.
jueves, 15 de septiembre de 2011
Tallin, Estonia
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