Es lo primero que descubro cuando, terminada la torta de ruibarbo exquisita, me voy a caminar por el pueblo para “bajar la comida”. Una linda iglesia blanca, consagrada al ejercicio de la religión luterana y de las más importantes del pueblo. Anda por ahí desde el siglo XIII, específicamente, al parecer desde el año de 1233 fecha en que se menciona por vez primera la antigua (y hoy destruida) iglesia del lugar. Desde entonces en el mismo lugar y bajo la misma advocación, han pasado varias construcciones, hasta llegar a la que conocemos hoy que data de 1778 y que a medio camino entre museo e iglesia de culto, está llena de tumbas famosas para los Estonianos y algunas buenas piezas de arte barroco, especialmente los candelabros, notables por la pureza de su estilo.
Pronto me doy cuenta que en Tallin, el horizonte está poblado de agujas, altas torres de las muchas iglesias escondidas dentro de las murallas de la ciudad y eso me alegra. Es posible que me de banquete.
jueves, 15 de septiembre de 2011
Catedral de Santa María, La Virgen
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