Lamentablemente el encanto se acaba rápido. Mi anfitriona acaba de informarme que debo “registrarme” como visitante, pues permaneceré en Rusia más de 3 días. Ese registro, del que nadie me había hablado, ni había leído sobre eso en ninguna página web y que ella ofrece hacer por mí, me costará 110 euros, que debo pagarle en rublos y en efectivo, en un par de horas cuando ella haya terminado el trámite. Ella me advierte que no deje de hacerlo (el registro), pues podría tener graves problemas a la salida….cosa que no quiero vivir en el resto de mi vida. Además, debo darle una fotocopia de mi pasaporte y de mi tarjeta de entrada. Me pongo paranoico, pero logro controlarme y accedo finalmente, no tengo alternativa. Al final gasto unos 160 euros en cosas que no tenía previstas y que uno asume gratuitas: Mapas, folletos informativos, trámites burocraticos y otras cositas. Simple: cuando uno viaja en plan presupuesto ajustado, terminar gastando esa cantidad, en cosas que no se habían previsto, es verdaderamente un mal rato.
Ni modo, creo que son resabios de la era comunista.
Ni modo, creo que son resabios de la era comunista.
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