La arquitectura medieval es austera, poco adornada y simple. Tallin es así, pero colorida y llena de gente muy simpática. Son los últimos días de verano y el clima es estupendo, además. Gracias a la ayuda de un lugareño, que ha salido a mi encuentro al descubrir que yo estaba “más perdido que el hijo de Lindberg” doy con la calle de mi hotel. He llegado a Estonia.
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