A poca distancia del Ermitage, es decir, a una distancia perfectamente caminable en este espléndido día de sol y calorcito, se encuentra el Fuerte de Pedro y Pablo, el sitio donde nació la ciudad. Como leo en mi guía: “antes de existir San Petersburgo, ya existía el fuerte de Pedro y Pablo”.
Está en un islote al que se llega sin problemas, atravesando uno de los numerosos puentes de la ciudad y es una especie de ciudadela, dentro de la cual se encuentran museos, unas interesantes barracas donde alguna vez habitaron soldados que defendían la ciudad, un cementerio muy antiguo y una bellísima iglesia: La Catedral de Los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, cuya aguja se ve casi desde cualquier punto de la ciudad; también tiene un interesante museo de Exploración Espacial (hay que recordar que los rusos le han dudo duro a lo de la luna y el espacio sideral).
Para mí lo mejor, sin embargo, fue la vista del rio (que en un día como el de hoy es francamente hermosa) y unos pequeños jardines situados a la entrada del fuerte, que dan sobre el rio, en los que hoy un gentío está tomando el sol, tan ligero de ropas como cada quien se lo permite.
Está en un islote al que se llega sin problemas, atravesando uno de los numerosos puentes de la ciudad y es una especie de ciudadela, dentro de la cual se encuentran museos, unas interesantes barracas donde alguna vez habitaron soldados que defendían la ciudad, un cementerio muy antiguo y una bellísima iglesia: La Catedral de Los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, cuya aguja se ve casi desde cualquier punto de la ciudad; también tiene un interesante museo de Exploración Espacial (hay que recordar que los rusos le han dudo duro a lo de la luna y el espacio sideral).
Para mí lo mejor, sin embargo, fue la vista del rio (que en un día como el de hoy es francamente hermosa) y unos pequeños jardines situados a la entrada del fuerte, que dan sobre el rio, en los que hoy un gentío está tomando el sol, tan ligero de ropas como cada quien se lo permite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario