Tal vez por venir en autobús, me doy mejor cuenta del momento en que hemos entrado a Londres. Lo hacemos por el lado más feo de la ciudad, atravesando barrios pobres y calles muy feas que lucen bastante deprimidas. Como primera impresión no creo que valga la pena tomar estas calles en consideración. Ya sé que otros paisajes esperan para sorprenderme.
Por ahora, todo lo que estoy viendo está bastante desvencijado, luce pobre y sin interés alguno. Pienso, en mi paranoia, que hasta peligroso puede ser. No dejo de pensar en los recientes disturbios que conmovieron esta ciudad y trato de fijarme, por pura morbosidad estúpida, si alguna huella de esas bombas lacrimógenas se quedó por estos lares. Nada, que mi mala nota de venezolano paranoico, no tiene más nada que hacer y anda desatada mientras recorro la zona más fea de una ciudad que me intriga muchísimo.
sábado, 10 de septiembre de 2011
El lado feo
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