domingo, 18 de septiembre de 2011

San Petersburgo

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Lo primero que hay que decir de esta ciudad maravillosa, es que hace honor a todos los arquetipos de la cultura rusa que uno ha leído por años. Tal vez sea por exceso de orgullo patrio, o por los años de malas relaciones con “el imperio”; pero, conseguir gente que hable inglés es prácticamente imposible y eso hace que todo sea muy difícil. El idioma ruso no solo es incomprensible, sino que se escribe en otro alfabeto (cirílico) que a simple vista luce como una colección de jeroglíficos que deben ser descifrados. Todo lo demás, es decir, recorrer la ciudad y disfrutarla, requiere de grandes dosis de ingenio y buen humor.
Aquí, NADIE está preparado para ayudarlo a que los días transcurridos entre ellos sean inolvidables. Incluso en las oficinas de turismo, el personal difícilmente hablará otra lengua, más que la de ellos. Por suerte, todos hablamos algún lenguaje de señas y por señas, sin pronunciar palabra, se puede comprar el token para el metro o algún regalito. La verdad, es que la amabilidad de los rusos brilla por su ausencia y nos les importa demostrarlo.
Son rudos, no responden si son abordados en otro idioma e incluso te niegan el acceso a sus lugares, si no logras hacerte entender. En los museos y sitios turísticos la información que brindan en ingles es muy básica, por lo tanto, uno siempre termina pagando más de lo que esperaba por entrar a ciertos lugares o, lo que es peor, quedándose sin ver alguna cosa interesante, porque para saber que estaba allí, uno tendría que saber hablar ruso.
Es una ciudad hermosísima, pero se me antoja imposible de amar. Bastante se hace con venir a conocerla.
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