Después que uno ve el Salón de Los Espejos del Palacio de Versalles sólo puede entender porque a María Antonieta le cortaron la cabeza. Aunque no es su culpa (ella no mando construirlo) es increíble que se pueda vivir con semejante ostentación. Sencillamente es increíble. El Salón de los Espejos es una orgía de oro, adornos, espejos, recamados, candelabros, tapices y relieves que dejarían sin palabras a cualquier decorador recargado de nuestra época, que trabajara sin límite de gastos. Sin embargo, es una belleza. Mejor dicho, es una hermosura. Para mirarlo, claro está.
O para bailar un minuet; pero eso hoy necesitaría disfraces.
O para bailar un minuet; pero eso hoy necesitaría disfraces.
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