Yo debo tener algún tema necrofílico mal resuelto, lo admito sin más explicación. Me encanta visitar un cementerio, sobre todo esos cementerios antigüos llenos de rebuscados monumentos funerarios que ya nadie visita.
El cementerio de Pere Lachaise, entonces, era una visita necesaria. Además de figurar en el inventario turístico de París, tiene algunos encantos especialmente famosos (aquí yace una buena parte de la cultura universal) y no pocas sorpresas. Entre otras descubro entre las tumbas algunos de los más conspicuos apellidos caraqueños de toda la vida, cuyos no muy remotos antepasados escogieron Pere Lachaise como descanso eterno. En particular me detengo en un lujoso panteón de mármol negro propiedad de la familia De La Sota y recuerdo a mi muy afrancesada amiga Concha. Es pequeño el mundo!
El cementerio de Pere Lachaise, entonces, era una visita necesaria. Además de figurar en el inventario turístico de París, tiene algunos encantos especialmente famosos (aquí yace una buena parte de la cultura universal) y no pocas sorpresas. Entre otras descubro entre las tumbas algunos de los más conspicuos apellidos caraqueños de toda la vida, cuyos no muy remotos antepasados escogieron Pere Lachaise como descanso eterno. En particular me detengo en un lujoso panteón de mármol negro propiedad de la familia De La Sota y recuerdo a mi muy afrancesada amiga Concha. Es pequeño el mundo!
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