No tuve que ir demasiado lejos, Santa Brígida está al frente de mi parada de bus y ya le había visto, sin reparar mucho en eso, al bajarme camino a la playa: Una pared de forma triangular que se ve desde la carretera, sin saberse de verdad que es.
Pertenece a la fachada de 35 metros que queda de las ruinas del convento de Santa Brígida. Se conservan también paredes, sótanos, escaleras y un cementerio rural del siglo XVII. Es un convento que data de 1407 y que funcionó como tal hasta mediados del siglo XVI, aunque en esos predios aun funciona un monasterio, el nuevo, que es un precioso edificio moderno, ganador de varios premios de arquitectura, al que no tengo la suerte de poder entrar.
Las ruinas, sin embargo, se recorren con libertad plena a un precio de 2 euros. Sólo, sin la compañía de turistas, recorro cuidadosamente lo que fue ese famoso claustro. La parte mejor conservada es la fachada, cuyo tope triangular intacto se sostiene sin ayuda de paredes y está en pleno proceso de rescate, y algunas otras de las habitaciones del convento, bastante ruinosas en verdad; pero de gran interés.
Así entre una cosa y otra llega la hora del almuerzo, que había pensado hacer en Pirita, pero que sufre cambio de planes. Me voy a la ciudad nueva a buscar algún restaurante bueno, bonito y barato.
sábado, 17 de septiembre de 2011
Ruinas del Convento de Santa Brígida
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario