Como sucede con una buena cantidad de palacios históricos, El Hotel de Los Inválidos, impacta mucho más al verlo por fuera que al entrar. No es que por dentro sea feo o no tenga valor, lo que sucede es que es un Museo de Guerra, y ese es un tema del que prefiero mantenerme alejado. No obstante, su visita es obligada. Construido en 1671 por órdenes de Luis XIV, debe su nombre a que sirvió, en un principio, para acoger sobrevivientes de guerra que perdían su trabajo y medios de subsistencia.
Se llega al complejo de edificios después de atravesar La Explanada, un precioso jardín al que los parisinos parecen haber convertido en solárium. Adentro destaca la colección de armaduras, la Catedral de San Luis de Los Inválidos y la tumba de Napoleón.
Tengo la sensación que me persigue una mafia rumana y que alguna de estas puertas, se abrirá para pedirme la devolución de su sortija; aun así, disfruto la austera belleza del interior del edificio central y descubro maravillado como a un costado, todavía se conserva en perfecto funcionamiento, un hospital que atiende a los sobrevivientes de otras muchas guerras.
Se llega al complejo de edificios después de atravesar La Explanada, un precioso jardín al que los parisinos parecen haber convertido en solárium. Adentro destaca la colección de armaduras, la Catedral de San Luis de Los Inválidos y la tumba de Napoleón.
Tengo la sensación que me persigue una mafia rumana y que alguna de estas puertas, se abrirá para pedirme la devolución de su sortija; aun así, disfruto la austera belleza del interior del edificio central y descubro maravillado como a un costado, todavía se conserva en perfecto funcionamiento, un hospital que atiende a los sobrevivientes de otras muchas guerras.
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