Entonces, pasas toda la vida postergándolo, esperando el momento idóneo, la plata necesaria, la compañía ideal y terminas pasando una vez y otra y otra, por el aeropuerto Charles de Gaulle sin salir de él; pues, si todos los caminos conducen a Roma, pareciera que todos los vuelos pasan por el Charles de Gaulle.
No, no se puede dejar para después. No sabemos si habrá futuro. No hay garantías. Paris no puede seguir siendo la asignatura pendiente. No más.
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