Desde Los Inválidos, hay una corta caminata hasta el nunca bien ponderado Museo del Louvre, de modo que desando el camino y superado el mal rato rumano, me enfilo hacia allá.
Hay visiones que se quedan para siempre en la retina: pararse frente al Louvre junto a la ya archifamosa Pirámide de Pei y mirar con todo detenimiento los miles de detalles de ese conjunto monumental de edificios es, sin mucho dudarlo, uno de los grandes momentos de este viaje.
Volveré sobre él. Hoy, martes, está cerrado.
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