Lo primero que nos advierte nuestra encantadora casera es que aunque estamos cerca del centro, (donde está todo lo que hay que ver) la caminata es exigente pues estamos en la parte alta de la ciudad. Es decir, para llegar hasta el centro tendríamos que bajar una buena cantidad de calles empinadas y algunas escaleras, que no importa cuando vas de bajada. Nos aventuramos, sin embargo, a intentarlo y decidimos en algún momento, tomar el tranvía para tratar de acercarnos de la manera menos traumática posible.
Empieza lentamente el descubrimiento de una ciudad apacible, bonita y un poco anodina en la que sigue sorprendiendo que parece deshabitada o en cuarentena.
Hace frío y está a punto de llover. Así empieza el paseo.
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