El tranvía nos ha dejado justo en la puerta de un enorme parque, lleno de verde y de modernas esculturas. Es como si estuviéramos ante las puertas del centro de la ciudad. Así que decidimos explorar un poco el parque para aventurarnos después a lo que venga.
Es el Parque Real, o Parque de Bruselas y es el gran espacio para el esparcimiento de los Belgas que, entre otras cosas, sirve durante el verano para instalaciones artísticas, como la que vemos en esta primera visita: los símbolos de la cultura Belga (desde las coles de Bruselas, hasta las papas fritas) representados en gigantes esculturas que los reinterpretan.
Todo lo demás, es un parque. Uno muy bonito y divertido por cierto, pero sin gente. Hasta ahora, la sensación de estar en una ciudad en donde todo el mundo trabaja o todo el mundo está de viaje, no se nos quita de la mente.
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