Un pueblo que se recorre rápido, no significa que se recorra con rapidez. Hay mucho que ver, mucho que disfrutar y mucho que grabar en la memoria. Poco a poco vamos tomando otras callecitas, otros pequeños “escondites” y comenzamos a salir del centro propiamente dicho y de las preciosas calles principales.
Mientras eso sucede, un edificio histórico nos sorprende: se trata del famoso Carrillón de Edam, la torre de la Iglesia de Santa María, cuya existencia en este mismo sitio podría estar documentada en el año 1350. Destruida más tarde, y reconstruida por primera vez en el siglo XV; recibió una segunda reconstrucción en 1882, cuando se derribó la iglesia y se mantuvo la torre de estilo gótico tardío como campanario.
Sigue allí, aunque en 1972 amenazó derrumbe y hubo de someterlo a una intensa restauración que garantizara unos cuantos años de vida futura; además, siguen allí las campanas externas que construyo Pieter van den Ghein en 1566, para que se mantengan sonando toda la vida. Cada 15 minutos suena una melodía corta que va desgranando el tiempo.
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