Casi tenemos que decir que en Berlín, terminó la buena racha de los hoteles. Aunque no del todo, esta vez, el hotel escogido en Berlín, nos ha causado una gran decepción. Básicamente porque la habitación que nos asignaron no se parece en nada a lo que habíamos visto en las fotos de la página que visitamos para hacer la reserva. No, no vimos una habitación y escogimos otra, vimos la que escogimos, teníamos esa opción.
Creo que por eso nos “pateó” la entrada a la habitación en la que dormiremos estos días. Si, es muy limpia y se ve decentica, (tiene aire acondicionado, además) pero es mínima. No exagero cuando digo que los cuatro, las maletas y las camas, no caben al mismo tiempo en ese espacio. Dos literas y un televisor que no tiene ningún canal en inglés y un baño un poquito más grande que el de un avión. Además, es un hotel de chamos. (Lo que agrega una segunda ventaja: es baratísimo) y nos da un poco de angustia que sea ruidoso, pero eso no lo sabremos hasta mañana.
En fin, que el famoso Meininger Hotel de Hauptbanhof ha resultado un poco “un embarque” aunque debo decir que es un embarque muy barato y bastante limpio. Para hacerse una idea: yo me bañaba y vestía en el baño y salía de allí a montarme en mi litera para esperar que las chicas estuvieran listas y hacerme los últimos arreglos. No cabía de otra manera.
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