Está muy cerca de nuestra posada y por lo tanto es imposible dejar de verlo en el camino que emprendemos hacia el centro. Es imponente y muy para nuestra desgracia, está en restauración (están haciéndole la restauración más importante desde la Guerra) por lo tanto, muchos de sus tesoros y espléndidos salones están cerrados al público. Es una lástima. Se trata del edificio más grande e imponente que puede hallarse hoy en Europa, destinado a oficinas públicas (allí sigue estando la sede de los tribunales Belgas desde su construcción en 1866).
Ocupa 26000 metros cuadrados de superficie y para su construcción fue necesario demoler 3000 casas, las que formaban el barrio céntrico de la parte alta de la ciudad, cuyo paisaje cambió para siempre. La cúpula cayó víctima del incendio del edificio a mano de los nazis al abandonar Bélgica al final de la guerra, y en su reconstrucción no se respetó el diseño original. Aun así, sigue viéndose desde cualquier rincón de la ciudad y es imponente. Si estuviera abierto, podría recorrerse sin problema alguno (siempre se ha podido visitar de forma gratuita) pero, en este momento, sólo algunas pequeñas salas están libres de andamios. Habrá que esperar un poco, siempre se puede pensar en detenerse una próxima vez en Bruselas para contemplar con detenimiento esta maravilla. Quizás!
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