miércoles, 26 de septiembre de 2012

La Puerta de Brandemburgo

 Imagen 687
 
Imagen 688
 
Imagen 683
 
Imagen 690
 
¿Qué hace uno cuando se detiene al frente de uno de los grandes iconos de la cultura universal?
Pues nada, se para como un pánfilo y se toma todas las fotos que pueda, como para que nunca se le olvide que uno estuvo allí y como para que la gente pregunte y uno conteste.
Eso es exactamente lo que siento al llegar a la Puerta de Brandemburgo, el sitio por excelencia, el monumento Alemán por definición, el más histórico y el más famoso de todos los monumentos que vamos a visitar en estos días. Construida entre 1788 y 1791 por Federico Guillermo II de Prusia, la Puerta, que no es un Arco de Triunfo, sino una puerta de entrada a la ciudad al estilo de los Propileos Atenienses, consta de una puerta principal en el centro y dos a cada lado. Un detalle importante: durante el imperio, esa puerta central sólo podía atravesarla la Familia Real y la familia del Coronel Pfuel, entonces comandante de una parte de la ciudad.
Está llena de historia y es mucho más pequeña de lo que uno se imagina, (aunque tiene muy buen tamaño) ha servido de escenario a todo lo que tuvo que ver con la reunificación y eso no deja de ser curioso: La Puerta de Branderburgo fue,  durante los años del muro “Tierra de nadie” uno de los pocos puntos de la ciudad que no alcanzó a entrar en la división y por lo tanto solo podían verla algunas autoridades que tenían permiso especial o los guardias de seguridad.
Paradójico, no? El tiempo ha vuelto a jugar a favor de la historia. Hoy, ya no es una puerta de nada, ni un monumento intocable, ni un pedazo de piedra que debemos conquistar. Hoy, probablemente no sea más que un sitio para hacerse fotografías. O para pensar en el profundo significado de aquella famosa frase de John F Kennedy en su visita a Berlín Oriental: “Ich bin ein Berliner!"...

No hay comentarios:

Publicar un comentario