Había leído en muchos sitios que era “la plaza de Europa”. Amigos me habían advertido que era un espacio bellísimo, había visto fotografías que la pintaban bastante bien; Sin embargo, al llegar allí por una callecita de costado, tuve la sensación de que LA GRAND PLACE de Bruselas, es posiblemente uno de los espacios más hermosos, más sobrecogedoramente hermosos, en los que yo he puesto mis pies y mis ojos alguna vez en la vida. Le llegues por donde le llegues, la veas como la veas: este pedazo de Bruselas vale todo el viaje y un poco más; es sencillamente, espectacular. Demasiado espectacular, para decirlo en el lenguaje de moda de los chamos de mi tierra.
La Grand Place (Grote Markt en flamenco, Gran Plaza en español) es el corazón geográfico, histórico y comercial de Bruselas y forma parte del conjunto arquitectónico del Siglo XVII más bello de toda Bélgica. Ahora bien, ¿por qué es una belleza deslumbrante?
Cuesta responder. Se trata de un espacio abierto, adoquinado, lleno de gente de todas partes del mundo (aquí sí que había gente) y rodeada de hermosos edificios, como para que uno no sepa hacia dónde mirar.
Quizás el más impresionante sea el Ayuntamiento de la ciudad con su altísima torre, pero la competencia es complicada, La Grand Place está rodeada por el Ayuntamiento de Bruselas, la Casa de los Duques de Brabante (herederos del trono de los belgas) El Palacio del Rey, el Hotel de Ville y las llamadas Casas Gremiales (actualmente en restauración) en una de las cuales se alojó Víctor Hugo en el año 1852.
Hay que verla de día y de noche: de día sorprende su majestuosidad y belleza arquitectónica, de noche, hay que agregarle la vida, las luces y los alrededores que ofrecen cerveza belga (de las mejores del mundo, según es fama) y una enorme oferta gastronómica.
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