Quizás con un poquitín de menos fama, El Atomium, significa para Bruselas, lo mismo que la Torre Eiffel significa para París. Ambos edificios fueron creados para sorprender al mundo en las exposiciones Universales de cada ciudad y aunque fueron severamente criticados en un primer momento; poco a poco se han convertido en símbolos imperdibles para sus visitantes.
El Atomium es en realidad, un edificio que llama mucho la atención. Un átomo de hierro aumentado 165.000 millones de veces, tiene 102 metros de altura y está formado por 9 esferas de 18 metros de diámetro, dentro de las cuales se organizan diversas exposiciones. Están comunicadas entre sí por tubos dentro de los que hay escaleras mecánicas y en el piso más alto, hay un restaurante y un mirador que ofrece, en un día soleado, una gran vista de Bruselas. Lo diseñó y supervisó su construcción, el arquitecto André Waterkeyn.
Al Atomium hay que ir. Está en un parque de lo más bonito y es un paseo al que no se debe renunciar. Lo que no aconsejo es hacer la larga cola y pagar los 12 euros que cuesta entrar, yo no lo hice y escuche a mucha gente salir de allí bastante decepcionados. Todavía, por suerte, no he conseguido a nadie que me reclame el haberme quedado afuera consintiendo mi vértigo.
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