Yendo a bordo del tranvía, alcanzo a escuchar la conversación entre dos españolas: al parecer, ellas, tan turistas como nosotros, intentaban descubrir cierta ruta que se les hacia esquiva. Una de las dos, dijo a la otra, - ¿Y cómo se irá hasta allá? - A lo que su amiga respondió: - Pues en Bici, como van a todas partes -
No pude evitar la sonrisa delatora, porque lo que esta mujer decía era auténticamente cierto: La primera cosa que conviene tener en Ámsterdam para integrarse a ese paisaje, es una bicicleta. Es cierto que parece una moda extendida cada vez más por Europa, pero aquí, me parece que se trata de una necesidad auto impuesta o alguna cosa difícil de entender. En Ámsterdam no hay tráfico automotor, en Ámsterdam hay tráfico bicimotor o de piernas. Aquí la cosa es andar en bicicleta a todas partes y la ciudad está preparada para eso tanto como puede. Todas las barandas son estacionamientos improvisados, en todos los cafés hay espacio para la bici y toda la ciudad está cruzada por ciclovias; llegan a tanto que si uno va en el tranvía y ocupa un espacio de los marcados para pasajeros con bicis, tendrá que apartarse y dar el puesto obligatoriamente, si entra alguna persona con una bicicleta (que entrará, eso seguro)
Son el medio de transporte por excelencia, las alquilan en todas partes y vas en ellas a todos sitios. Son tantas y tantas, que casi ocasionan un problema de congestionamiento en las calles principales y llegan a ser muy fastidiosas; pero, al menos no hacen ruido.
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